Hoy vengo con un microcuento que presenté para una antología y que al final no han seleccionado. Lo pongo para que mis lectores podáis disfrutarlo, pues espero que al menos vosotros, sepáis apreciarlo. No todos los ojos tienen el mismo concepto de belleza…
Nereida
Su piel rugosa, con escamas, empezaba desde el principio de su cola y subía contorneando su fina figura, en lo que antes habían sido piernas, muslos, caderas y terminando en su cintura. Conforme pasaban los días su cola iba menguando, consumiéndose entre el agua y el óxido de su bañera, mientras aparecían llagas que sulfuraban entre sus escamas y emanaban jugos eméticos tan repulsivos para su olfato, que la hacían vomitar, mezclando su vómito entre aquellas aguas. Su rostro anguloso de tez mortecina y torso esquelético acompañaban aquella macabra escena. Había renunciado al amor y su dolor consumía su esencia arrastrándola hasta desfallecer. El ángel de la muerte la abrazaba fríamente, susurrando a sus espaldas, que su beso sellaría la agonía de una existencia efímera, para sumergirla en otra, de un dulce letargo eterno. Ella sufría por vivir, por el sueño de una esperanza, que ya tenía su fin...
Ilustración: Victoria Francés
Autora: Kel Báthory
He sentido tristeza al leerlo. Una sirena, un ser tan bello, jamás debería terminar sus días en una gangrenada bañera.
ResponderEliminares muy tétrico, me gusta.
ResponderEliminarTambién me dio pena. La manera en que describís la descomposición del ser es asquerosa ye impecable.
ResponderEliminarGenial trabajo, Raquel.
Sasulos.
Muchas gracias :)
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